MARKET VISION - REVISTA 245-6

A un respetuoso del rigor en el lenguaje, hay dos palabras o, mejor dicho, cuatro, habituales en las notas de prensa del sector, que le resultan fastidiosas. Una de ellas no es culpa de los redactores, sino de la recomendaciones de estilo más recientes. Lo primero es el uso, cada vez más frecuente, que identifica el servicio con el producto . El «aire acondi- cionado» es, en propiedad, lo que expresan las dos voces en cuestión: aire , que resulta que está acondicionado . O aire refrigerado. O aire caliente por bomba de calor. En definitiva, aire puesto en condiciones agradables de tem- peratura, humedad y, actualmente, saludable. De una forma amplia, y ya un poco relajada, lo hemos identificado con el sector de los equipos que nos propor- cionan ese aire. Hablamos del mercado del aire acondi- cionado, cuando queremos decir «el mercado de los pro- ductos que acondicionan el aire». Es una licencia, pero no tan grave. Desde hace un par de años se está generalizando una simplificación que chirría , pero contra la que, por más que a algunos nos repugne, poco se puede hacer. Y es la de invertir las cosas, y llamar «aire acondicionado» al « acondicionador de aire ». Así, cada vez más gacetillas de producto nos informan del nuevo catálogo de «aires acondicionados». ¡Vaya! Los catálogos contienen listas de referencias de acon- dicionadores de aire. Pero hemos confundido la máquina con su producto. Es como si habláramos de catálogo de tortillas o de hamburguesas en vez de catálogo de sartenes , por la simple razón de que la sartén nos fríe unas cosas u otras. Pero poco se puede hacer contra esto. La licencia se reproduce de manera prolífica, uno no sa- be si por ignorancia o por agudeza de márketing, quizá pensando que así se vende mejor la cosa. En el fondo hasta la Real Academia de la Lengua da pie, al señalar que el «aire acondicionado» es el sistema artificial de re- gulación de la temperatura en un espacio cerrado. Toda- vía no lo refiere a la máquina, pero sí al mecanismo. Cualquier día dará un paso más. Otro uso enojoso es el neologismo «medioambien- te» (al que los sistemas de climatización quieren prote- ger), así, todo pegado . Y aquí sí que toda la culpa recae sobre la Real Academia, que últimamente se distingue por regularizar con rapidez expresiones nuevas, como «palabro», por aquello de ponerse al día con los tiempos y ser muy moderna. En realidad, como «medio ambiente» los españoles comenzamos a traducir hace varias décadas el francés o inglés « environement » (usan la misma palabra, la pro- nuncian de modo diferente), que simplemente significa « ambiente » o « entorno », y vale tanto para el ambiente bursátil como para aquel en el que desempeñan la flora o la fauna. A nosotros nos pareció que «ambiente» no que- daba bien para ciertos usos, y que «el medio», que tam- bién habría valido, era poco específico. Así que unimos ambas cosas, «medio» como sustanti- vo y «ambiente» como adjetivo. Igual que decimos « temperatura ambiente », « sonido ambiente ». Que di- gamos y escribamos «medioambiental» es lógico, pues se procede igual con otras referencias similares, pero eso no explica la unión de las palabras originales. Sin em- bargo, la Real Academia ya ha incluido el sustantivo compuesto , sin significado propio, pues desde él remite (como sinónimo), al sustantivo «medio», que es el principal. Ah, pero en el diccionario de dudas la Acade- mia recomienda escribir «medioambiente», por más que las dos formas (junto o separado) sean consideradas correctas. A nosotros continúa pareciéndonos un poco ordinario, y suena, además, como a « la mitad del ambiente », al estilo de un «mediohombre-mediofiera» que sería, por ejemplo, un licántropo. Pero habrá que acostumbrarse. Aunque chirríe, la Real Academia lo bendice. Son los nuevos «palabros». n 39 MARKET VISION - REVISTA / 245-6 - I - 2021 «Aires acondicionados» y «medioambiente», los nuevos «palabros» Con la bendición de la Real Academia (sobre todo la segunda), son esas chirriantes moderneces.

RkJQdWJsaXNoZXIy MjMwMDc=